Si vives en una zona costera, probablemente estés familiarizado con las coloridas banderas de advertencia de las playas. Púrpura para la vida marina que pica, amarilla para animar a la precaución en las olas fuertes, y una bandera verde para el "todo despejado". A veces los funcionarios de salud pública emiten advertencias contra la actividad de la playa cuando hay altos niveles de bacterias fecales en el agua. La contaminación del agua por exposición a las bacterias fecales humanas es una de las formas más comunes de transmisión de enfermedades, y hay muchos microorganismos causantes de enfermedades conocidos como patógenos que pueden estar en el agua si hay contaminación fecal. Los enterococos son un tipo de bacteria fecal conocida como "organismo indicador" de la calidad del agua - son una parte normal de las bacterias que todo el mundo tiene en su intestino, y por lo tanto su presencia en el agua recreativa indica que también puede haber una contaminación peligrosa en el agua. Estas bacterias indicadoras de enterococos fecales (abreviadas como FIB) son medidas rutinariamente por los administradores de las playas y los funcionarios de salud, y hay directrices estrictas sobre cuántos de estos enterococos puede haber en el agua recreativa para que se considere seguro nadar o jugar en ella. Cuando los niveles en el agua para nadar exceden estas directrices, se colocan advertencias en la playa. Las bacterias de los enterococos también pueden provenir de una variedad de otros animales huéspedes, no sólo de los humanos, y a veces incluso pueden crecer en el fondo de la arena de la playa o en las algas marinas donde podrían no indicar ninguna relación con las peligrosas bacterias patógenas. Debido a esta complejidad, la presencia de las bacterias de los enterococos no son predictores perfectos del riesgo para la salud en la playa, ya que el grado de riesgo para la salud de los niveles elevados de enterococos en la playa depende de cuáles son las fuentes de los enterococos. Algunas fuentes son mucho menos peligrosas que otras.
Las amenazas que no se toman en serio pueden plantear riesgos para la salud de los habitantes y los veraneantes de la playa, pero, en una comunidad impulsada por el turismo y la recreación en la playa, los cierres innecesarios también pueden perjudicar la economía local. El proyecto BEACHES, financiado por la Iniciativa de Investigación del Golfo de México, es un proyecto de investigación de colaboración multi-institucional que incluye a la Universidad de Miami en cooperación con NOAA AOML y que tiene como objetivo entender mejor cómo los niños interactúan con el ambiente de la playa y cómo su comportamiento puede afectar su exposición a la contaminación potencial de la playa, como las bacterias o químicos dañinos que pueden estar en el ambiente de la playa. Al vincular esto con el rastreo de la fuente de potenciales contaminantes en la playa, están trabajando para reducir la incertidumbre del riesgo, y educar mejor al público sobre las prácticas y el comportamiento seguro en la playa.
Los investigadores del proyecto BEACHES están utilizando marcadores genéticos desarrollados por el AOML, y por sus colaboradores, como los socios universitarios académicos y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, para identificar las fuentes de las bacterias para evaluar su amenaza individual. Fuentes como las madrigueras de camarones o las algas marinas en descomposición pueden causar un aumento de los niveles de enterococos en el agua pero pueden suponer un riesgo escaso o nulo para los seres humanos, mientras que los enterococos procedentes de los desechos de los seres humanos o de los animales domésticos pueden indicar una contaminación de mayor riesgo. El hecho de considerar dónde tomar muestras de bacterias en una playa también puede influir en la percepción del riesgo. Por ejemplo, las instituciones de salud pública y los administradores de playas tradicionalmente sólo analizan el agua de la zona de baño para detectar enterococos y no se ocupan de la arena o de las zonas de marea, que es donde la mayoría de los bañistas pasan la mayor parte de su tiempo.
Comprender la naturaleza del comportamiento humano es también un componente clave para evaluar el riesgo relativo de la exposición en la playa. El enfoque principal del proyecto PLAYAS es documentar todas las formas en que los niños interactúan físicamente con el agua, la arena y las algas durante una típica visita a la playa. Esto puede incluir todo, desde agarrar un cubo de agua del océano, hasta sentarse en la zona de surf, construir un castillo de arena, o jugar con las algas marinas, o disfrutar de un refrigerio. Muchos niños incluso se ponen arena y/o algas en el pelo o en la boca. Los científicos de BEACHES graban cuidadosamente en vídeo a los niños voluntarios mientras juegan en la playa para analizar y contar los diversos tipos de comportamientos comunes que podrían exponer a los niños a la contaminación si la playa se contaminara (como por ejemplo por una fuga de aguas residuales o séptica, un derrame de petróleo, un accidente químico, etc.). Los científicos del comportamiento están evaluando los datos de la encuesta y los vídeos para definir las actividades que suponen un mayor riesgo. Los enterococos y los patógenos que indica pueden transferirse por vía oral, por lo que las familias que comen sin lavarse bien las manos o los niños pequeños que se llevan arena a la boca pueden enfermarse aunque no estén nadando. Asimismo, los contaminantes de los derrames de petróleo pueden persistir en las plantas en las zonas de marea alta o formar pequeños gránulos y bolas de alquitrán en la zona de barrido donde los niños exploran.
Los resultados de este proyecto ayudarán a los administradores de las playas a tomar decisiones más informadas sobre los cierres y las actividades de las playas, y potenciarán a las personas y las familias para que tomen decisiones acertadas en la playa. El proyecto también lanzará una iniciativa de educación pública para ayudar a las familias a reducir el riesgo y disfrutar de nuestras playas con buena salud.