A las 20:00 horas, a 64°S, en el mes de febrero, verano austral, el sol todavía estaba alto en el cielo. Proyectaba una delicada luz sobre la superficie del mar salpicada de icebergs, que iban desde pequeños trozos deformes hasta enormes estructuras angulares con acantilados jaspeados. En enero y febrero de 2022, participé en un viaje a la Antártida a bordo de la goleta francesa Tara. Mi participación formaba parte de una asociación entre la NOAA y AtlantECO, un consorcio dirigido por Europa para caracterizar, cuantificar y modelar los ecosistemas del Océano Atlántico.