Un nuevo estudio describe el vínculo entre el Océano Atlántico Sur y la variabilidad de las precipitaciones mundiales

En un reciente artículo publicado en el Journal of Climate, científicos de la NOAA y de la Universidad de Miami han identificado cómo la variabilidad de la circulación oceánica en el Océano Atlántico Sur puede influir en las pautas mundiales de las precipitaciones y del clima. El estudio realizado por investigadores del Laboratorio Oceanográfico y Meteorológico del Atlántico (AOML) de la NOAA y del Instituto Cooperativo de Estudios Marinos y Atmosféricos (CIMAS) sugiere que el Atlántico Sur es un posible predictor de la variabilidad de las precipitaciones mundiales con un plazo de aproximadamente 20 años. Este vínculo entre el Océano Atlántico Sur y el tiempo y el clima podría proporcionar una importante visión a largo plazo para la gestión del agua a escala mundial.

La mayoría de los esfuerzos para comprender la dinámica del sistema de circulación del Atlántico y su impacto climático se han centrado en el Atlántico Norte. En los últimos años, la comunidad de investigadores comenzó a investigar y evaluar el Atlántico Sur y su papel en el clima. La circulación en esta región es única, ya que es la única gran cuenca oceánica que transporta el calor desde el polo hacia el ecuador, un proceso oceánico dinámico que es importante para la distribución mundial de la energía.

El estudio ilustra que la variabilidad multidecenal en la circulación del Atlántico Sur es un moderador importante de la circulación atmosférica mundial al influir en la transferencia de impulso, calor y humedad a través de los hemisferios. Este vínculo se basa en el movimiento de calor en el Atlántico Sur conocido como el Transporte Meridional de Calor del Atlántico Sur. El estudio indica que un transporte más débil produce temperaturas superficiales del mar más frías en el Atlántico Sur unos 20 años más tarde. Esto impacta en los patrones globales de precipitaciones, incluyendo los monzones estacionales, al conducir el calor atmosférico del Hemisferio Norte al Hemisferio Sur y la humedad del Hemisferio Sur al Hemisferio Norte.

Una ilustración del papel del transporte de calor meridional del Atlántico Sur, más débil de lo normal, en la circulación atmosférica en un plazo de 20 años. Esto resulta en un Océano Atlántico Sur más frío de lo normal, lo que produce una circulación anómala de Hadley etiquetada por la circulación en sentido contrario a las agujas del reloj. La rama inferior de esta circulación (flecha roja) trae aire caliente y húmedo del hemisferio sur al hemisferio norte. El aire húmedo que se trae produce más precipitaciones en el hemisferio norte, aumentando así los monzones. Crédito de la imagen: NOAA

Los cambios en las precipitaciones monzónicas tienen repercusiones socioeconómicas vitales, ya que la mayoría de la población mundial vive en países que dependen del retorno regular de las lluvias monzónicas. Esos países suelen tener climas semiáridos muy vulnerables a la variabilidad y el cambio climáticos, en particular en lo que respecta a la disponibilidad de agua y la seguridad alimentaria. Según el estudio, a partir del momento en que los investigadores vigilen los cambios en el Atlántico Sur, se tardará 20 años en ver una respuesta en las precipitaciones monzónicas. Esta previsibilidad de 20 años podría proporcionar información vital para los gobiernos que tratan de asignar recursos en consecuencia.

Como la marcha estacional de los monzones domina la circulación mundial, la influencia de los monzones llega mucho más allá de su dominio geográfico inmediato. El patrón anómalo de circulación asociado a la variabilidad en el Atlántico Sur también tiene grandes implicaciones para la variabilidad climática a largo plazo en todo el planeta. Por ejemplo, podría traer consigo condiciones estivales más secas y cálidas en América del Norte y Europa, exacerbando las sequías. Por lo tanto, es imperativo predecir los futuros cambios en el monzón con la mayor habilidad posible. Aunque algunas regiones monzónicas presentan lluvias abundantes, la fuerte estacionalidad de las precipitaciones hace que sea vital comprender el momento, la duración y la intensidad de los monzones. Los resultados presentados en este estudio también ponen de relieve la necesidad y el valor de los esfuerzos sostenidos de observación de los océanos, que son necesarios para mejorar nuestro conocimiento de la compleja interacción entre el Océano Atlántico Sur y la variabilidad del clima mundial y los monzones.

 

Publicado originalmente por Edward Pritchard, 2016