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Pregunta: C5c) ¿Por qué no intentamos destruir ciclones tropicales bombardeándolos?

Contribuido por Chris Landsea (NHC)

Durante cada temporada de huracanes, siempre aparecen sugerencias que simplemente deberían utilizar armas nucleares para intentar destruir las tormentas. Aparte del hecho de que esto ni siquiera pueda alterar algo en la tormenta, este método omite el problema que la lluvia de radiación lanzada se movería con bastante rapidez con los vientos hacia zonas terrestres y causaría problemas ambientales devastadores. No hace falta decir que esto no es una buena idea.

Ahora, una explicación mas rigurosa y científica de porque esto no sería una técnica de modificación efectiva. La dificultad principal al usar explosivos para modificar huracanes es la cantidad de energía requerida. Un huracán completamente desarrollado puede liberar energía térmica a un ritmo de 5 a 20x1013 watts y convertir menos del 10% del calor en energía mecánica del viento. La liberación de calor es equivalente a una bomba nuclear de 10 megatoneladas explotando cada 20 minutos. De acuerdo al Almanaque Mundial del 1993, en 1990 toda la raza humana usó energía a una tasa de 1013 watts, una tasa de menos de 20% de la energía de un huracán.

Si pensamos en energía mecánica, la energía a disposición de la humanidad es más cerca a la de la tormenta, pero el trabajo de enfocar aún la mitad de la energía en un punto en el océano todavía seria enorme y temible. La interferencia de la fuerza bruta con los huracanes no parece ser prometedor.

Además de esto, un explosivo, incluso los explosivos nucleares, producen una onda o un pulso de alta presión que se propaga hacia afuera del sitio de la explosión, un poco más rápido que la velocidad del sonido. Tal evento como éste, no aumenta la presión barométrica después de que la onda ha pasado porque la presión barométrica en la atmósfera es el peso del aire por encima del suelo. Para una presión atmosférica normal, deben haber cerca de 10 toneladas métricas (1000 kilogramos por tonelada) de aire empujando hacia abajo para cada metro cuadrado en la superficie. En los huracanes más fuertes, hay nueve. Para cambiar un huracán categoría 5 a uno de categoría 2, se tendría que añadir más o menos media tonelada de aire por cada metro cuadrado dentro del ojo, o un total de un poco más de quinientos millones (500,000,000) de toneladas para un ojo con un radio de 20 Km. Es difícil imaginar una forma práctica para mover esa cantidad de aire.

Atacar ondas tropicales débiles o depresiones antes de que tengan la oportunidad de convertirse en huracanes tampoco es muy prometedor. Acerca de 80 de estos disturbios se forman anualmente en el Atlántico, pero solamente cerca de 5 se convierten en huracán durante un año típico. No hay ninguna forma de saber con anticipación cuales se desarrollarán. Si la energía liberada en una onda tropical fuera solamente 10% de la que libera un huracán, siendo todavía mucha energía, entonces sería necesario bajar las luces del mundo entero varias veces al año.

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